Hipsterismo islamista, democracia islamista, dinero islamista al servicio de este mundo y hipsterismo comunalista al servicio de la falsa lucha contra este mundo.
En cuanto a lo cuantitativo y lo cualitativo. Intentaremos de alguna manera dar un cuadro general de las principales tácticas en la estrategia contrarrevolucionaria del capital en los países islámicos de África y oriente. El caso del comunalismo no es muy común pero es muy cualitativo, muy relevante en cuanto a la canalización de las luchas más potentes que se han dado en todo el área citada.
Ultra pijos hipster yihadistas.
Sociología de la historia de la reacción burguesa en el seno de la cultura greco-latina islámica Antes de nada habría que aclarar que la cultura islámica entendida como un todo homogéneo política, economía y otras creencias religiosas menos determinantes, está fuertemente inspirada en la civilización occidental mercantil clásica. Es decir parte culturalmente de los esquemas sociales, de etiqueta y costumbres de la cultura greco-latina. Es por tanto una cultura urbana, en que la sociedad es la sociedad de la mercancía, es decir del dinero. Las formas de vestir son en general una reproducción de la moda en la cultura greco-latina cristianizada, eso incluye la vestimenta femenina. La vestimenta de la mujer iraní actual es la misma considerada aceptable en la cristiana Constantinopla del siglo VI después de Cristo. Las túnicas blancas para los varones era un símbolo de clase social elevada y así se entiende al igual que se entiende la virtud de esta con la renuncia a otros símbolos de estatus social. El 70% de los elementos teológicos son de origen cristiano… En este contexto Mahoma (el profeta) no se enfrenta a la sociedad burguesa mercantil a la que pertenece, simplemente pretende reformarla eliminando los aspectos más grotescos de la ideología dominante clásica. En el caso particular de la mujer podrimos decir que en general pasa de ser una mercancía de consumo rápido, exportable y fácilmente desechable a ser una mercancía catalogable a un bien de equipo, es decir una mercancía que genera otras mercancías, un proletario que genera otros proletarios. Ese es el espíritu de la reforma economía proteccionista y poblacionalmente expansionista de Mahoma con respecto a la mujer.
No olvidemos que oriente era una gran exportadora de prostitutas o esclavas sexuales en la antigüedad, siendo una pujante industria en pleno esplendor de Roma. Con la religión hace un poco lo mismo trata de sacralizarla al extremo para reforzar el estado y las leyes de convivencia mercantiles, a través de prohibiciones y preceptos religiosos que realmente se respeten. En cuanto a otros aspectos económicos podríamos decir que es un partidario de que el estado planifique la economía y que lo haga a través de la religión, prohibición de la usura (capital financiero y esclavismo usurario) y promoción del comercio productivista (capitalismo comercial, ruta de la seda y las especias).
Las religiones monoteístas en general por otra parte no son más que una expresión de la acumulación primitiva de capital y la centralización del poder de un estado cada vez más (despótico) moderno y eficaz. Por otra parte son una expresión de la imposición del equivalente general, el dinero centralizado en una solo mercancía. El islam no es una excepción. Lo que ocurre con el islam como modelo de estado algo disfuncional tienen que ver más bien con la incapacidad de los instrumentos religiosos para justificar el exterminio de la sociedad tribal. La conversión en masa de grandes cantidades de población no civilizada (fuerza de choque), no urbana, le lleva a tener en el seno de la cultura islámica dos corrientes antagónicas, la religión burocratizada y dogmatica al servicio del estado y las interpretaciones primitivas, mágicas, místicas y finalmente milenaristas de la religión por parte de las sociedades tribales. Se trata finalmente de la lucha entre el hombre burgués individualista y la sociedad basada en una identidad colectiva “Asabiya”. Esta dualidad condena al reino del dinero a luchar incansablemente contra los vagos, primitivos y maleantes habitantes del “desierto” que se resisten a la proletarización. Estos motivados políticamente por una visión de la religión alejada de las necesidades de la economía juzgan la cultura urbana islámica como una fuente de “impiedad” inagotable. Históricamente esta dualidad ha llevado a todos los estados islámicos multiétnicos a su sucesiva desorganización y sustitución por oleadas de reformadores religiosos apoyados por las tribus del “desierto”. Entendiendo el desierto como el mundo “reaccionario rural” tribal dominado por la “Asabiya”. Hoy curiosamente los “islamistas” salen de la ciudad para asaltar el campo, el “desierto”.
El termino anterior “Asabiya” lo sacamos de las páginas de la obra, en árabe, entre histórica y filosófica “Las olas del islam”. Texto del siglo XV… que describe por primera vez antes que Hegel y Marx las relaciones dialécticas. En este caso entre el campo, la tribu, y la sociedad urbana mercantil. Con la adopción en el seno de los estados islámicos del concepto de estado nación en el siglo XX, nace un nuevo islamismo que puede triunfar donde otras estructuras de estado fracasaron. Una religión al servicio de un estado nación que inculque el respeto al reino eterno del dinero. La religión islámica se convierte en un factor más de homogenización del estado moderno y a falta de otros elementos de cohesión se privilegia este por encima de otros que son no coincidentes. La necesidad de mantener la ortodoxia dogmatica y el imperativo de erradicar las diferencias tribales llevan a la creación de la inquisición moderna islámica. Inevitablemente se comienza a ver como una necesidad la eliminación de los no islámicos dentro del nuevo estado nación. La eliminación física de las minorías religiosas islámicas, sobre todo las que mantienen rasgos milenaristas o la destrucción y asimilación cultural en una sola etnia o en un sola identidad islámica genérica a todas las tribus con usos y costumbres en ocasiones contradictorios con el ordenamiento islámico.
Aunque este proceso comienza en la practica en algunos lugares del mundo islámico con el capitalismo, en el siglo XV. La versión turca de la guerra de los campesinos (Alemania 1524-1525) conocida como la revuelta contra los arenes, contra la renta señorial monetarizada y en forma de niñas para el macroburdel privado, marca el comienzo de la masacre.
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