Siria un país capitalista que decidió reprimir al enemigo interior (los refugiados)
Un Estado en el que en los 60 hubo una “revolución política” que supuestamente barrió a la aristocracia terrateniente y colaboracionista pro-occidental. Un partido socialdemócrata, partidario de usar la violencia para recuperar la supuesta soberanía e imponer la justicia social, toma el poder, el partido socialista panárabe conocido como Bass. Un partido que en sus distintas variantes ocupó el poder en varios estados tras las revueltas contra los reyezuelos coloniales árabes. Con el tiempo sus promesas se fueron tornando en peticiones de realismo y de resignación. El supuesto socialismo se terminó convirtiendo en pesadilla pues nada hicieron para cambiar las causas últimas de la miseria y la subordinación frente al estado capitalista mundial. Un estado que se dedicó a canalizar y sofocar a los proletarios refugiados que huían del terror democrático en Palestina primero, luego en Turquía y por último en Irak. Cientos de miles de palestinos llegaron a Siria entre 1948 y los años 70 y terminaron siendo millones entre hijos, nietos y abuelos. Los kurdos refugiados igualmente fueron admitidos, tras huir de los operativos contrainsurgentes de los militares turcos, igual que los palestinos tuvieron que conformarse con el hambre. Por último a partir de 2003 los refugiados de la guerra de estabilización contra el proletariado iraquí llevada a cabo por EEUU. Otros 700.000 refugiados.
El presidente de la elite burguesa nacionalista dijo en su momento que Siria estaba soportando unas cargas inadmisibles. La burguesía del Bass en Siria optó por utilizar a los refugiados como objeto propagandístico, demostración de sus buenas intenciones, y acto seguido los arrojaba al limbo eterno de los barrios de chabolas invisibles que al final terminaron rodeando Damasco.
Varios millones de personas sin derechos ciudadanos miserables: a sanidad, educación y sin derecho a vivir. Durante décadas quedaron callados agradecidos de que no los mataran. Mientras, el resto de la población vivía en un régimen capitalista clientelista donde el Estado se preservaba y preservaba a la clase dominante del disgusto de la burguesía internacional. Obedecía en líneas generales las directrices de la burguesía internacional e imponía la dictadura del valor como cualquier burguesía estalinista. Pero esto en un entorno catastrófico que cada vez era más insostenible. El Estado en Siria antes de declarar la guerra a la burguesía rival de jerarquía superior, algo que sería su fin, prefirió hacerle la guerra a sus proletarios ya que no tenía nada que ofrecerles salvo miseria. Utilizando las leyes de guerra interburguesa para la guerra interior de terror contra el proletariado. Cuando las condiciones de supervivencia del proletariado se volvieron insostenibles por las alzas de precios en el mercado internacional de los alimentos básicos, la bomba de relojería estalló. Los intentos para apaciguar al proletariado preso en Siria fueron inútiles, el intento de ampliar la nacionalidad Siria a los kurdos fue respondido con la consigna entre los kurdos de “no queremos nacionalidades queremos el fin de la miseria”.
La burguesía siria puede entregar las cabezas de los miembros de la familia presidencial e incluso establecer un sistema parlamentario liberal pero no puede poner fin a la miseria aunque quisiera, cosa improbable. La única salida que tiene la burguesía siria es la represión masiva contra el proletariado, aniquilar sin compasión a los desertores, sembrar el terror, expulsar a los refugiados e intentar promover la ficción del enfrentamiento interburgues. Contrariamente a lo que cacarea el estado Israelí las masacres contra refugiados palestinos por parte del ejército sionista en la frontera con Siria no favorecen la visión de un supuesto enfrentamiento entre prooccidentales y nacionalistas. Las necesidades humanas básicas y el hambre de dignidad son los motores que hacen moverse a los proletarios presos en el Estado sirio contra los edificios oficiales y contra la frontera con el estado sionista. En Siria el Estado capitalista ha matado a miles de proletarios, 24 de estos muertos por el Estado sionista, el orden de los factores no altera el producto.
Si el Estado sirio no mata a los proletarios sobrantes, podría ser liquidado y en su lugar los matarifes de la zona se encargarían de la matanza. La burguesía sionista es el matarife de la zona, y goza de total respaldo por parte de la burguesía internacional. Así que si cometiera esos actos de terror, la burguesía internacional en sus medios de comunicación los calificaría de brillante operación militar contra peligrosos criminales armados con palos, piedras y algunos cócteles molotov.
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